El Santuario de la Fuensanta siempre tiene algo especial: sus rincones tranquilos, la historia que respira y las vistas sobre Murcia hacen que cualquier sesión se sienta única. Pero lo mejor de esta preboda no fue solo el lugar… fue poder pasar la tarde con unos amigos, Mariaje y Adrián, y ver cómo su amor se mostraba de manera tan natural.










Al final, con el atardecer iluminando la ciudad y la sierra de fondo, se sintió la magia de esas pequeñas cosas que hacen que las fotos sean recuerdos para siempre.




