
La postboda con Aida y Fernando en Cabo de Palos fue de esas sesiones que se disfrutan sin pensar. Caminamos juntos entre sus calas, los colores del mar y ese viento tan típico de la zona, que siempre da un toque especial a las fotos.
Ellos estaban relajados, ya sin los nervios del día de la boda, y eso hizo que todo fluyera de forma natural. Cabo de Palos tiene ese algo que lo hace perfecto para una postboda: rincones tranquilos, atardeceres increíbles y un ambiente que invita a ser uno mismo.
Fue una tarde sencilla, bonita y muy especial, que nos dejó imágenes que hablan por sí solas.



Las postbodas tienen algo especial que
siempre nos llena. Después del ritmo, las emociones y la intensidad
del día de la boda, poder quedar de nuevo con la pareja unos días
más tarde es como respirar hondo y disfrutar de la calma. Sin
prisas, sin horarios, sin invitados esperando… solo ellos, nosotros
y la ilusión de seguir creando recuerdos.











